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La cancha tiene la distancia
precisa e infinita del sol entre los arcos
no existe pasto, es maicillo quien gobierna
la piel y sangre joven de la pobla.
Ahí triunfa el nombre
extranjero, el Bryan
se la pasa al Jordan
y este al Byron
el que apunta arriba y cruzado
bajo el travesaño
y mira al Yeison, a los ojos,
mientras introduce el gol.
Ahoga el grito
de la misma manera,
exacta
al de la noche anterior,
en la misma cancha,
exactos y solos
también con el Yeison
(y también, mirándolo a los ojos)