Pedro Pablo...Uno más (Capítulo Uno)

Nunca entendí realmente la razón por la cual escribo. Es más, aun no me la explico totalmente.
El hecho de que mi mejor amigo sea editor de una revista juvenil puede ser una causal. Que mi hermana sea la periodista rica a la que nadie pesca pero todos le miran las tetas también me pudo llevar por el “lado escrito de la fuerza”.
Que mi mamá se la pase todo el día en messenger chateando con sus “amigos” mientras mi papá discute sobre la política de un país al cual con cueva le sabe el nombre quizás me derivo al mar de las letras.
Todas las hipótesis me suenan validas, pero la verdad es otra, escribo porque lo necesito, y porque además, me pagan por ello.
Mi vida transcurre de una manera más bien monótona. Vivo en una casa a toda raja. Mi papa es gerente de una multinacional y mi mamá es motivadora personal. O sea, se dedica a decirle a otra gente que ellos son lo mejor de lo mejor, el hoyo de queque, la guinda de la torta. Si esa persona le cree, mi mamá se gana un buen billete. En el caso de no creerle, ella lo manda donde su amiga sicóloga y se gana una comisión.
Tengo dos hermanos. Roberto, cuya única motivación en la vida pareciera ser masturbarse, y la Coni, periodista de profesión, pero que obtuvo su titulo gracias a Papito-Card, versión platinium.
El Boberto, como le dicen sus compañeros, va en 2º medio de un colegio donde tirarte un peo te lo cobran a 20 lucas. Se supone que con lo que pagan los viejos, el Roberto tendría que saber hablar hasta chino mandarín, pero mi brother con suerte domina parcialmente el castellano.
La Coni, en cambio, además de hablar en español, conoce un sinfín de términos ingleses: “Mall”, “Shopping”, “Daddy”, “Break” y algunos que a tenido que utilizar para llegar a donde está: “Fuck Me”, “!Oh, my God!” entre otros.
Yo, voy en 3 año de Educación Física en una universidad donde mi viejo es una especie de asesor en no se que cosa. Pero debe ser algo importante, porque con la cantidad de clases a la que falto, a otro lo hubieses echado hace rato.
Ahora bien, como conocen a mi familia es hora de hablarles de mis amigos. No es que valga la pena hablar sobre ellos, pero gran parte de mi vida está ligada a esos sub humanoides, así que hacerlo me resulta totalmente necesario.
Primero esta el Vicho, tiene 38 años y aun vive en casa de sus padres. Trabaja como editor de una revista juvenil onda “hardcore-teen-emo-tecno-pop” donde yo en teoría publicaré estos escritos y con las lucas que me paguen, costearé las drogas que consumimos mientras miramos cine Gore y bebemos cervezas como malos de la cabeza.
Está también el Pelao, que por razones lógicas le decimos de esa manera. Trabaja como guardia en un supermercado y esta como cagao por esa onda. En medio de los carretes se pone a seguir a los trashers y cuando esta curado pide que llamamos a charly 2 para ir a tango 1, cuando preguntamos si se siente bien solo responde con un “10-4”.
Piojo es quien le pone color al grupo, guevea al pelao de que se lava la cara hasta que se da cuenta que llego a la espalda y al Vicho que parece promotor de Laboratorios Chile. A mi me dice que con toda la plata que tengo podría de una vez por todas hacerme esa lobotomía que tanta falta me hace.
El Piojo es una especie de artista experimental, de repente se le ocurre salir a tirar rollos de confort a los árboles del Bellas Artes, o con un spray hacerles una línea blanca a los perros callejeros para crear “perros punkis”. Lo mejor de todo es que le pagan por ser como es. Eso lo encuentro notable.
Hay veces en que nos juntamos los cuatro y suceden cosas bastante descabelladas, pero lo más probable que haya ocasión de contar todo eso en un próximo número. Siempre y cuando el Vicho me pague por todo el tiempo que invertí escribiendo esta wea.

Salud.

1 Coments:

Anonymous dijo...

Buenooo! Me reí mucho.-
(aunque no sea chiste!)

:-)

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