II

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Hoy al salir,
vi un árbol gigante colgando de la puerta,
vi un mundo arrumbado,
escuché por fin la voz de mi padre.
Creí perderme en unas calzas negras
en un traje a rayas
azul, bien bonito,
a lo lejos, creo, pero no estoy seguro,
el sonido distante de unos caballos de fuerza,
de un sombrero o era un gorro,
recorrí una alfombra,
le di la hostia a un perro,
maldije a la realidad,
pero después la besé.
En cada uno de los pies unas botas del otro,
encima una pluma.


(Sentí volar a las palomas).


Me arranqué la piel
y te vestí con ella,
recé con fervor a cada uno de los dioses
que habitan dentro tuyo,
al de tus orejas,
al de tu ritmo,
al de tu espalda.
Por poco, casi por poco
no alcancé a montarme arriba de la aurora,
por poco,
casi
por
poco,
me vence el caos, me rindo y no despierto.


Y te veo.
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