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Con la mansedumbre propia del buey, la marciana mordía lentamente el durazno jugoso, mirando por sobre su alto trono el arbitrio que sus congéneres hacían de los pocos seres humanos que quedaban, separándolos a su diestra y su siniestra.
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2 Coments:
Si tu marciana me toca, por favor que me siga dejando a la izquierda...
Ok, espero que a mi también.
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