Cuenta

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Llevo once (doce) cigarros


y cuatro sakes


y sigo escribiendo


alcoholizado


fumado


total


a


hora


deberé


bajarme de la mesa.

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Estás tan presente

que hasta en el baño te pienso.
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Parece tontera que lo diga,
pero últimamente mis versos
giran y giran,
parecen satélites
rodeándote,
¿Te habrás dado cuenta?
que todo lo que escribo esta
para/por/sobre/
ti.
Es una tontera lo sé,
y eso es lo que lo hace entretenido,
por lo menos para mí,
que borracho,
escuchando nueva ola italiana,
borracho,
no dejo de escribirte,
y son las una y tanto.
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Traigo mariposas en los bolsillos,

mentira, no son mariposas,

es la notita que dejaste sobre mi computador.

Pero, es que para mí, 

en realidad son lo mismo.

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Una letras,


solo unas letras te regalo,


no es mucho pero,


para mi es importante que lo sepas.

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Un día vendré a raptarte,


no te diré cuándo.



A ver si estarás lista para entonces.

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Estaba leyendo un poema
de un amigo,
uno
uno que se mató.

Él decía:
"Mi novia tenía dos manos derechas"

y yo,
replico:
"La mía tiene dos manos izquierdas"

Es lógico ¿no?
porque tú
tienes las dos manos izquierdas.

Y en aquellos días
magentas,
no sepias,
días violentos,
cuando avanzamos contra la corriente,
me agarras tú
con tu izquierda / tu zurda diestra
y yo
agarrado-agradezco
que estés (aquí)
aún conmigo.

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Eres malvada, pero no lo sabes,


te apareces todas las noches


en mi pieza oscura,


y no es el cenicero una lámpara,


y no son mis cigarros relojes,


aun así me sirven, te espantan,


cuando escondida me soplas la oreja,


y yo no me concentro,


es una novela por la cresta,


una novela lo que quiero escribir,


no son tus ojos,


deja de mirarme en todos los ojos,


deja de besarme por las noches.


Estoy aburrido de despertar con tu sabor en mi saliva.

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Hoy se murió Gonzalo Rojas,
y yo me muero de a poco también,
todos los días,
de a poco,
fumando, esperando, tomando café,
es que él es seco, siempre te lo dije,
viejo seco y calentón,
alguna vez escribir como Rojas pensaba,
y pensaba
conocerlo y decirle:
¡Don Gonzalo!, yo a usted lo admiro,
¿Por qué no me explica cómo puedo cambiar mi mundo?
o mejor aún
¿Cómo puedo cambiar el mundo de ella?
Y se murió Gonzalo Rojas
y yo, de a poco me acerco,
ya no pregunté, supongo que
el mundo girará y girará,
y tú alguna vez
recibirás una carta amarrada con un cinta verde
y adentro, escondida entre líneas, estará
mi/tú mundo privado.

.


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Te cuento, se quejó el basurero,


de que tanto y tanto, boto y boto,


hoy me reclamaron las cucarachas de la cocina,


que son las tres y yo aún aquí pensando,


la lámpara se niega a apagarse,


la cama se vota en huelga,


me pregunta por tu olor y por tu aliento,


la almohada te extraña, eso me encargo decirte,


mis sillas no tienen quien se suba sobre ellas.



Eso no más tenía que contarte.

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Entre los dos escribimos poemas de ausencia.
Quizás yo no tanto, más bien,
voy escribiendo poemas a la ausencia
de ti,
y tú,
quizás un poco,
escribes poemas al futuro.
El hecho claro es que escribimos,
juntos,
un pequeño poema que nos ama.

Noche

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I

Aborrecí
por un tiempo
el olor
que dejabas en
mi catre duro, cuando
te encontraba
en un pelo,
en una mancha.
Odié
en verdad
a las almohadas
que respiraban en ti.

II

Alguna vez
te llame
puta, mi puta
mágica,
te llamé
con mil
nombres,
blasfemé
a tu tacto
insurrecto, a tus ojos
enormes
iluminando la
noche enorme
también.
Gigante.

III

Si quieres
podrías
de repente
salirte
de mi cabeza
por un rato, si
quisieras,
si es que yo
quisiera,
si quisiéramos
en verdad
querer cambiar
al mundo.
.
.
El infierno no son los otros.






Somos tú y yo queriendo amar al mundo.
.

No aparezcas/no persigas/no llores/no pienses/no explotes olvidada entre jazmines/no tomes mi mano/no te entregues/no juzgues mi corazón ensangrentado/no salgas/no leas/no sientas/no mires/no corras/no olvides la sal del cuerpo/no olvides/no crucifiques la flor inexistente/no comas/no muerdas/no huelas los colores/no tomes/no menciones/no cometas pecados capitales/no te calles/no seas una sombra de ti misma/no busques/no transes/no te lances en paracaídas/no encuentres/no mientas/no me extiendas los brazos/no niegues/no me niegues.


Solo ámame.
.
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Baquedano

DSCF4297



Baquedano. El cierre de puertas me despabila, dejo de mirar lo que pasa afuera. Advierto que ella está frente a mí.

La miro, fríamente, como pensé durante años. Sus ojos grandes y llenos de súplica no se despegan de los míos.

Piden silenciosamente una respuesta.

La mirada de hielo surte efecto, bajo la vista un instante, sintiéndome el peor de los hombres.

Otra Estación.

Miro nuevamente para decir que la perdono, que todo está bien, que la quiero. Que siempre la quise.








Pero son unos lentes, los mismos de quien subió tras mío, los que reflejan mi cara terriblemente pálida.

Búsqueda.

DSCF2272

Intentaba a veces buscarte en un verso,
en una palabra,
en una radiografía que encontré caminando por afuera de Salvador.
¿Te acuerdas?
De esas caminatas eternas sin un sentido aparente,
y las ganas
de colgarse a un árbol forestal y parecer por un segundo niños.
Yo me acuerdo de tus ojos,
y de tus manos,
agarrándome urgente para atravesar la calle,
del paseo Huérfanos con Ahumada,
imaginando autos,
perseguidores implacables,
y de las micros,
y los relojes,
del grande de San Francisco y del pequeño de mi cuarto,
de la presión atmosférica,
de una señora con paraguas,
de unas palomas.
Y como te burlabas tú de las palomas,
deberían ser el ave nacional decías,
no he visto ningún cóndor pero sí miles de palomas,
alegrando ancianos, persiguiendo perros te decía,
amanecen contigo las palomas,
amanece todo contigo, continuaba,
es que te extraño extraña y extraño también tu olor a medianoche,
y tu olor a tarde,
y a columpios,
esos malditos columpios que tienen balanceando a tu sonrisa,
y a mis llaves.
Se llevaron contigo algún rastrojo mío,
no lo encuentro,
de verdad,
te buscaba entre líneas,
y si no te encontraba tiraba más y más líneas,
quizás tomaba un vaso de vino,
o conversaba con alguien,
pero en realidad siempre te estaba buscando,
es que estabas, en verdad estabas,
en los titulares del diario,
en los obituarios,
en las palabras,
en mi ducha,
nadando al fondo del café,
en la música.

¿Te comenté alguna vez que intenté buscarte en un verso?

Bicicletas

Bicicletas

Juntos, arrumbados, así, como que estuvieras un poco sobre mi.
Amarrados, entramados, como aquel par de bicicletas.
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